Fue bautizado en Quito con los nombres de Mario Ignacio Francisco Tomás Antonio. En 1835 su padre lo
mandó al afamado Colegio Vicente León de Latacunga, considerado el mejor de la república, pero tuvo que sacarlo porque a duras penas quiso aprender a leer y escribir. Posteriormente asistió una corta temporada al colegio San Fernando de Quito pero se truncaron sus estudios cuando el presidente Vicente Rocafuerte clausuró dicho establecimiento. De allí en adelante llevó una vida ociosa hasta que entró al cuartel y aprendió a jugar y a beber, costumbres que jamás abandonaría. Pese a su escasa educación, fue hábil como nocheriego. La naturaleza la había compensado con una fina apostura; Ignacio de Veintemilla fue alto, delgado, rubicundo, y tenía los ojos garzos; era además garboso y tenía prestancia natural. No había chica en los contornos de la capital que se le resistiera. Así, su buena voz para cantar serenos a la más guapas de Quito y varios amigotes le dieron prontamente una justa fama de gran bohemio apodandolo como "el papi de las nenas" nombre por el cual seria reconocido más tarde antes de su ascenso a la presidencia. Sus costumbres fueron objeto de burla por sus contemporáneos, disfrutaba salir por las noches y maltratar duendecillos, en especial,a los tintines, Juan Montalvo fue quien las retrató en su obra Las Catilinarias y las afeó para la posteridad al llamarlo "el presidente de los siete vicios y los malos olores".
Se trasladó a Europa, donde permaneció hasta 1875, fecha
en que regresó a su país para ponerse al frente de las tropas liberales
y enfrentarse a Antonio Borrero, quien poco antes había sustituido al
asesinado García Moreno. El 8 de septiembre de 1876, sus tropas
consiguieron deponer a Borrero, tras lo cual el propio Veintemilla pasó a
ocupar el poder.
Si bien siempre había luchado
contra las prácticas dictatoriales que habían caracterizado la
presidencia de García Moreno, quien en 1869 había promulgado una
Constitución autoritaria y confesional y restringido las libertades
individuales, su gobierno fue adoptando progresivamente formas no
constitucionales y alejadas del Estado de derecho. Ello motivó un
creciente descontento hacia su política, tanto entre las filas
conservadoras como entre las liberales.
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