
Entre 1857 y 1858
fue guardaespalda de su medio tío político, el senador Gabriel García Moreno,
quien temía ser atacado por algún "Taura". En 1859
le acompañó en sus andanzas cuando la creación del Triunvirato de Quito.
El 5 de junio asistió a la batalla de Tumbuco, en la que Urbina les derrotó en
todas las líneas. Veintemilla montaba un buen caballo color castaño, cayó
prisionero, pero debió arreglárselas con algún chiste porque a las pocas
semanas, sin saber qué hacer con él, le pusieron en libertad.
En 1860, figuró en la campaña contra Guayaquil. El 29 de enero se comportó valerosamente en la
vanguardia, durante la acción de Sabún, cerca de San Luis, en Riobamba, derrotando a las fuerzas franquistas del coronel
Manuel Zerda. El 24 de septiembre comandó el Primer Regimiento en el
paso del estero Salado y tras la toma de Guayaquil fue ascendido a Coronel y le concedieron la Medalla
al Arrojo Asombroso que dispuso el Congreso. Entonces, se hizo retratar en
uniforme de gala y con ella al pecho. En 1861,
editó un manifiesto al público sobre la conducta de su hermano José como
colector de sales en Babahoyo, con dos tablas, en 19 páginas.
En 1863, fue Comandante del Regimiento de Lanceros
y poco después ascendió a Primer Jefe de la Artillería de Quito. Había formado
la empresa llamada “Veintemilla y Co.”, que en octubre recibió la concesión del
gobierno para construir un astillero en gran escala en Guayaquil, pero el proyecto no se pudo llevar a cabo por falta
de capital.
En 1864, por la informalidad de García Moreno, la
deserción de Flores y la ambición del colombiano Tomás Cipriano Mosquera,
se produjo la derrota ecuatoriana en los campos de Cuaspud. Allí murió su hermano menor Carlos de Veintemilla,
cuando al frente de la caballería fue diezmado por el enemigo.
Ese año, pasó a Ambato
con un cuerpo de ejército a fin de recibir al general Manuel Tomás
Maldonado que arribaba preso desde Guayaquil. Le ofreció hospedaje
en su casa de Latacunga y hasta le aconsejó huir porque conocía la maldad del
tirano, pero Maldonado se resistió confiadamente; al llegar a Quito
fue fusilado.
García Moreno ordenó la prisión de varios adversarios.
Veintemilla dispuso en el cuartel que al primer disparo se los amarrara; pero
lo dijo con sorna, pues no se refería a amarrarlos con soga sino con viandas y
vinos, que personalmente obsequió a sus sorprendidos prisioneros; quienes, como
es natural, quedaron agradecidísimos, o lo que es lo mismo, bien amarrados.
En 1866 ocupó el Ministerio de Guerra y Marina con el
Presidente Jerónimo Carrión. A
principios del 67 lo encargó al General Julio
Sáenz y se trasladó a la costa, levantando importantes
fortificaciones en Santa Elena, Sono,
y Sagal. En la entrada del
puerto de Guayaquil, en la Planchada, las Cruces y Saraguro colocó varias
líneas de torpedos, pues la Armada española del Almirante Casto Méndez Núñez
merodeaba por el Pacífico, amenazando con bombardear varios puertos.
Ese año fue ascendido a General de Brigada y mandó una
escolta al Congreso con el fin de acallar las protestas de los legisladores.
Después concurrió a la Sesión que estudiaba la descalificación del Ministro del
Interior Manuel Bustamante -yerno del presidente Carrión- y dijo: Ofrezco
retirar la escolta si el Congreso levanta la sesión y ambas Cámaras nombran
Comisiones que traten con el ejecutivo acerca de una conciliación. Nadie le
hizo caso, Carrión renunció a poco y Veintemilla se quedó sin su ministerio.
En marzo de 1869, se
produjo en Guayaquil la fallida revolución de su hermano José de
Veintemilla, que fue asesinado y desde entonces la custodia de su sobrina Marieta de solo 11 años
pasó a ser su responsabilidad. García Moreno dispuso la prisión de numerosas
personas en Guayaquil y Quito. A Ignacio de Veintemilla, que se hallaba en una
pequeña propiedad agrícola en Pomasqui, le tomaron por sorpresa y llevaron a
Quito. Se le quiso fusilar alarmóse el vecindario y el tirano prefirió enviarlo
desterrado por las selvas de Mindo y Esmeraldas, bajo fianza que fijó en 10.000
pesos.
Veintemilla consiguió que su amiga Josefa Moran Avilés de
Pareja le hiciera el servicio de otorgar la fianza y viajó a París (1), donde
aprendió francés y vivió en pobreza hasta el asesinato de García Moreno, el 6 de agosto de
1875. Juan Montalvo, quien le trató en Europa,
escribiría después “Se levantaba a las 3 de la tarde, salía a las 4 y volvía a
las 4 de la madrugada".
Nuevamente en Quito fue visitado por sus antiguos amigos
que sabían sus estrecheces y como le encontraron con sus maneras pulidas y
cierto brillo en sus ideas , se dejaron sorprender. Bien es verdad que como
todo recién llegado, en el ingenuo Quito del siglo pasado, causaba sensación.
En 1876 fue reincorporado al ejército y aprovechando de
su amistad con Ramón Borrero, hermano del nuevo presidente, logró que lo
destinaran a la Comandancia General de la plaza de Guayaquil, en reemplazo de Teodoro Gómez de
la Torre, que se retiró por enfermedad, hinchadas las piernas porque
empezaba a sufrir de riñones.
En el puerto principal develó una conspiración del
general Secundino Darquea y de los Jefes 1° y 2° del Cuartel de Artillería, a
quienes desterró a Lima. El presidente Borrero creyó que se trataba de una
retaliación, pues Darquea había sido tildado de autor intelectual en el
asesinato de José de Veintemilla y airadamente le mandó a decir a su Comandante
General que el gobierno no estaba dispuesto a vengar agravios ajenos.
Veintemilla se indignó y desde entonces comenzó a
conspirar con los jóvenes liberales Miguel Valverde, Marco Alfaro y Nicolás
Infante, que se sentían frustrados porque Borrero no derogaba la Constitución
garciana o Carta Negra.
El 8 de septiembre, estalló la revolución. Veintemilla
estaba encerrado en el Cuartel con los batallones y la caballería. El Concejo
Cantonal presidido por José Vélez e integrado por Gabriel Murillo, Eduardo Wright
Rico, Homero Morla, Luis Felipe
Carbo, etc. en la Sala de Sesiones resolvió proclamar a Veintemilla,
Jefe Supremo y General en Jefe de los ejércitos hasta que se convocara a una
Convención Nacional Constituyente para que gobierne "bajo los verdaderos
principios de la causa liberal". También se acordó entregar el poder a
Pedro Carbo por entonces en New York y el cambio de la bandera tricolor por la
celeste y blanca. (2).
Poco después designaba Ministro General a Pedro Carbo, de
Hacienda a José Vélez, de Guerra a José Sánchez Rubio y de Gobierno a José
María Noboa. Gobernador a José María Caamaño Arteta y Jefe Político a Ignacio Ycaza
Paredes a) Loyola.
Montalvo exigió un gobierno civil y fue inmediatamente
desterrado. De allí en adelante, sería el mayor enemigo del nuevo régimen. Por
eso escribió: "Veintemilla no es conservador ni liberal. No es sino
vinólogo y tahúr. Distingue perfectamente el cognac del brandy, el ron de la
ginebra, conoce los lances del rocambor y de todo los juego de azar"].
Tal descripción constituye la primera parte de su
personalidad. En efecto, era excesivamente perezoso y trasnochador (3) pero al
mismo tiempo era arrojado, señorial y elegante. Destacaba en las reuniones
sociales encantando a las damas con anécdotas del París galante y cuentecillos
chuscos y muy apropiados. A los caballeros tuteaba y divertía ganando sus
corazones y convirtiéndose en el alma de toda reunión. Con poder en la mano se
volvió un caudillo peligrosísimo, para la democracia, pues dominaba a "sus
soldados" y a la sociedad.
Entre septiembre y diciembre, adquirió material bélico
muy moderno de Estados Unidos, los afamados rifles de repetición Remington,
antes no conocidos en Ecuador. Con el general José María Urbina, recién llegado
como héroe desde Lima, comenzó el avance a la Sierra. Veintemilla tomó con
pocas fuerzas hacia Guaranda, que desocupó el general Julio
Sáenz dejando una corta guarnición; Urbina avanzó con 2.000 hombres por Alausi,
amagando sobre Riobamba.
El 14 de diciembre, se encontraron ambos ejércitos.
Veintemilla triunfó fácilmente en la loma de los Molinos, mientras Urbina batía
en la quebrada de Galle al ejército de Sáenz. (4) Hubo casi 1.000 muertos. El
26 de diciembre, entraron los vencedores en Quito.
Inmediatamente, reorganizó el Concejo Cantonal de Quito,
dio libertad de estudios y empezó a sentir la oposición de los conservadores
que levantaron al clero. Uno de los primeros fue un franciscano extranjero de
apellido Gago, quien amotinó al pueblo contra Veintemilla y su ministro Carbo.
El 30 de marzo de 1877,
fue envenenado el arzobispo Ignacio Checa y Barba en la Catedral, provocándose
uno de los mayores escándalos políticos que registra la historia del país; finalmente,
las sospechas mayores recayeron sobre uno de los canónigos, llamado Manuel
Andrade Coronel, alias el Loco, aunque todo quedó en nada a causa del fuero
eclesiástico.
En mayo, fue derrotada una insurrección en el norte y
cuando se conoció la noticia en Quito las autoridades ordenaron repiques de
campanas, pero se opuso el vicario capitular Arsenio Andrade Landázuri, hubo
fricciones y suspendióse el Concordado. En noviembre, el general Manuel
Santiago Yépez invadió por el norte, con gente armada en Colombia, y ocupó Quito, a poco fue derrotado. Fue bautizado en
Quito con los nombres de Mario Ignacio Francisco Tomás Antonio
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