En 1878, pacificada la república, se reunió la Convención
Nacional en Ambato y fue electo Presidente Constitucional por cuatro años,
dictándose una nueva Carta Fundamental. Ese
año comenzó el auge de la cascarilla y el país ganó muchísimo dinero.
Entre las principales obras públicas del régimen se
cuenta la construcción de la vía del ferrocarril hasta el puente de Chimbo, la
construcción del Teatro Nacional Sucre, el restablecimiento de la Universidad
Central.
El 4 de septiembre fue asesinado Vicente de Piedrahita en su hacienda La
Palestina. En Guayaquil se conformó la Sociedad de la Tumba para descubrir el crimen que resultó pasional, causado
por los amores de Piedrahita con la esposa del inglés Eduardo Illingworth, sobrino del prócer, que se alejó del país para no
volver jamás.
En lo cultural los trabajos de los sabios Teodoro Wolf y Luis Sodiro en Geografía y
Botánica, progresaron enormemente. Las publicaciones de Juan Montalvo,
sobre todo "El Regenerador", causaron expectación.
En 1879 la Guerra del Pacífico entre Chile, Perú y
Bolivia provocó una emigración acogida en parte en Guayaquil pues declaramos
nuestra neutralidad en el conflicto.
Entre 1880 y el 81 las cosechas fueron abundantísimas,
especialmente la del cacao . A
principios del 82 Veintemilla viajó a Guayaquil a preparar la dictadura. Su
bella y joven sobrina Marieta de
Veintimilla, a quien había criado como hija desde muy niña y que
para entonces ya había enviudado de Antonio de Lapierre Cucalón, quedó en el Palacio De
Carondelet, acompañando a sus buenas tías. En la madrugada del 26 de marzo el
General Cornelio E. Vernaza reunió a los batallones en la Plaza Mayor a fin de
proclamar su dictadura. Marietta se dio cuenta, bajó y lo destituyó en
presencia de la tropa, que la aclamó con frenesí al grito de "Viva la
Generalita”, y
"Viva la Mayasquerita", este
último apodo por una montaña de ese nombre ubicada en la provincia del Carchi,
de donde era oriunda la mayoría de los soldados.
Desde entonces Marieta asumió el mando del ejército en
Quito y los miembros del Concejo Cantonal y empleados públicos proclamaron la
dictadura de su tío, que obtuvo algún respaldo en los pueblos, pero en junio se
insurreccionó Esmeraldas con Eloy Alfaro que llegó de Panamá y comenzaron las
guerrillas a sembrar la intranquilidad en el litoral. Ese año 82 hubo una feroz
sequía en todo el país lo que agravó la situación y el descontento.
En julio se pronunció Manuel Serrano en Machala y poco
después Víctor Proaño en Ambato, generalizándose el desorden en el resto de la
República. Ezequiel Landázuri amenazó Quito por el norte pero fue derrotado. La
provincia del Tungurahua se volvió a alzar con José María Sarasti y desde Lima
llegó Francisco X. Salazar, que se sumó a los alzados.
Las fuerzas combinadas de Sarasti, Salazar y Pedro
Ignacio Lizarzaburo que dominó el Chímborazo, pusieron cerco a Quito y tras
dura resistencia armada la tomaron el 10 de enero de 1883. Marietta fue la
heroína de dicha jornada, apresada con sus tías y con su amiga Dolores
Jaramillo, pasaron momentos muy duros.
Los Restauradores formaron un Pentavírato y enviaron
tropas a la costa mientras Alfaro, que comandaba a los Regeneradores, sitiaba
Guayaquil.
Los combates se generalizaron durante los meses de
invierno sin llegar a situaciones mayores, pero el 9 de julio un movimiento
envolvente de ambos ejércitos hizo que cayera Guayaquil. Veintemilla, tras
depositar sus vales por sueldos que sumaban 120.000 pesos, tomó dicha cantidad
de dos Bancos y se alejó a bordo del vapor Huacho, comenzando la última etapa
de su vida.
Primero estuvo algunos meses en Lima mientras Sarasti le
acusaba en Quito de crímenes comunes y disponía su enjuiciamiento penal. La
causa terminó con una sentencia que nunca llegó a ejecutarse; se le condenó
como autor del robo con fuerza y violencia a los Bancos de la Unión y del
Ecuador y culpable de abuso de autoridad y malversación de fondos públicos.
De Lima siguió a Santiago de Chile. En 1884 se reunió con
los suyos en la capital peruana: Sus dos hermanas, sus sobrinos Carlos,
Nicolás, Marietta e Ignacio, éste último, notable músico, con cuyo trabajo
vivieron de allí en adelante.
En 1894 publicó en Santiago una Carta a Genaro Larrea,
sobre el fracaso del Tratado Herrera-García, en 3 pags: En 1895 intentó
regresar al Ecuador como General en Jefe pero Alfaro se opuso cortésmente a
tales pretensiones. De allí en adelante, perdida toda esperanza del poder
político, fue envejeciendo oscuramente. Su hermana Rafaela fundó ese año la
Congregación de las Hijas del Santísimo Redentor adscrita a la Tercera Orden de
San Agustín y cambió su nombre por el de Sor Rafaela de la Pasión. En 1900 el Congreso
ecuatoriano le reinscribió como General en el escalafón militar, para que
gozara de sueldo.
En 1906 concurría anciano, desde la tarde, al Club de la
Unión de Lima, siempre vistiendo de levita y sombrero de copa. El y el General
César Canevaro se retiraban del Club a eso de la cuatro de la mañana medios
chumaditos. Siempre eran los últimos en salir.
Desde 1904 su sobrina Marieta vivía
en Quito. El gobierno ecuatoriano le había devuelto la casa familiar inconclusa
de la calle Benalcázar y la finca Tajanar cerca de Pomasqui, pero el 7 falleció
repentinamente de fiebre perniciosa (malaria cerebral) Entonces sintió el viejo
General un deseo muy fuerte de regresar a su Patria, empacó sus levitas y
sombreros y volvió a Quito.
Arribó el jueves 18 de abril y fue recibido por sus
viejos amigotes, hospedándose en la casa inconclusa. Ese día se congregaron 200
o 300 personas, a quienes dirigió una alocución, manifestó su más vehemente
anhelo por la paz de la República y terminó dando vivas al progreso y al
engrandecimiento de la Patria.
Había engrosado, tenía 78 años pero las malas noches y el trago le hacían
parecer más viejo.
Paseaba a veces por la ciudad, muy achacoso y pletórico.
Le visitaban numerosas personas. El Padre Manuel José Proaño se puso necio en
quererle confesar a sabiendas que jamás habla tenido ideas o inclinaciones
religiosas. Uno de los argumentos empleados fue que debía confiar en Dios, pues
siendo su hermana religiosa, era esposa de Cristo. A lo que el General
respondió con mucha gracia: "Si mi hermana es esposa de Cristo, espero que
mi cuñado no me recibirá mal".
Cerca de morir le llevaron el viático con la pompa
tradicional de viejas épocas, con campanillas acompañamiento numeroso de
amigos, curiosos, parientes, sacerdotes y monaguillos . Se
incorporó en el lecho con su voluntad muy disminuida, pidió perdón, perdonó a
sus malquerientes y lloró a moco tendido acordándose posiblemente de que por su
anguria de proclamarse dictador, murieron miles de ecuatorianos durante los
años 1882 y 1883 y muchísimos quedaron heridos y lisiados .
Murió el domingo 19 de julio de 1908 de hidropesía, pero los médicos pusieron
"gangrena senil", enfermedad que debe ser tomada como vejez en el
puro y lato sentido del término.
El cortejo fue presidido por sus sobrinos Ignacio, Carlos
y Nicolás de Veintemilla. Salió del Ministerio de Relaciones Exteriores, donde
se había levantado una Imponente Capilla Ardiente y siguió hasta el cementerio
de San Diego, allí tomó la palabra el coronel Nicolás F. López Arteta, a) El
Manco. El 21, hubo funerales muy suntuosos en la Catedral, presididos por el
Obispo Juan María Riera, O.P. que actuó acompañado de las Comunidades
religiosas y de los Caballeros de la Inmaculada, sociedad a la que había
ingresado, días antes, el General Veintemilla, (6) Se dijo entonces que había
vivido y muerto en gran pobreza y se repartió una hojita volante con elogios,
entre la selecta concurrencia.
No fue liberal ni conservador pues jamás tuvo definiciones
políticas, pero después del asesinato de su hermano José en 1869 se tornó antigarciano. Tuvo
carisma; fue un líder indiscutible y hubiera podido hacer avanzar al país de
haber tenido consistencia en sus ideas. El pueblo le decía "El Mudo"
por su fama de tonto originada en los múltiples chistes, cachos y chascarrillos
que le sacaba la oposición.
Bien plantado, guapo, enamorador y divertido. Gozó de
grandes simpatías por su bohemia y salados recursos para atraerse al populacho
y hacer muchos amigos. Confianzudo, lisonjero, gracioso y extrovertido. No se
casó al enviudar, por puro mujeriego, pues se daba el lujo de cambiar de
amantes casi todo los días. La parte obscura de su personalidad afloraba con
los tragos, entonces se ponía rojo y violento y era capaz de cualquier
villanía, como la de insultar a Miguel Valverde en prisión y mandarle a dar de
palos casi hasta morir.
Como buen soldado de cuartel amó el juego de cartas y de
dados y despreció la vida de hogar y todo trabajo que no fuera el grito y la
palabrota, así como las frases de doble sentido; pero sus soldados le querían
incondicionalmente pues era uno más entre ellos. Tal la personalidad compleja y
hasta un poco aberrante de quien ejerciera por siete años el poder supremo en
el Ecuador.
Montalvo no le perdonó jamás sus chabacanerías como el
orinar en plena vía pública en París y le atacó con santa indignación usando de
todos los adjetivos del idioma, de ahí que la personalidad de Veintemilla ha
pasado a la historia muy deformada, bajo el apelativo de "Ignacio de la
Cuchilla”.
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